Cuelgo las botas
De nuevo un esguince de tobillo para el verano. Llevo ya cinco en el derecho. La segunda durante un partido de balompié. La mala suerte me ha querido joder en un día en el que no debería haber jugado. Y ahora estoy muy pero que muy jodido. A ratos pienso en el momento en que se me torció el pie hacia dentro y afuera. Me entran escalofríos y me caigo al suelo acurrucado en posición fetal girando hacia izquierda y derecha sobre mi espalda.
Tengo una pena dentro de mí de saber que no podré repetir nunca más jugadas tan habituales en mí como éstas:
Grandes jugadas de juan - ZappInternet
Grandísimas jugadas - ZappInternet
Se acabó todo esto para mí. Ya no más levantarse los domingos a las ocho para pasar frío o calor allá en el Llano de San José. Lo dejo. Adiós.
Eso te pasa por jugar al balompié. Si por lo menos jugaras al balón-pié o, mejor aún, al foot-ball, sabrías que -como su propio nombre indica- tu pie acaba siendo un balón, es decir, una rótula esférica con grados de libertad en cualquier dirección. En resumen, el origen del mal está en la composición del sustantivo balompié, que fuerza una "m" antes de "p", ¿cómo no te has dado cuenta antes?
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