viernes, abril 30, 2010

El Necropolita - XVI




XVI


Tres furgonetas fueron cargadas en las instalaciones que habían sido designadas como centro de la operación “ELCHE, UNA CIUDAD LIMPIA”, colofón del proyecto META 2010. Unas veinticinco personas por las que nadie había dado un duro hacía sólo unos días, se disponían ahora con gran entusiasmo a retomar las riendas de sus vidas. Entre ellos, unos increíblemente sobrios Nonauj y Cap disertaban animadamente.

— Recogí un poco de fermento de uva no más despuntar, con vistas al almuerzo, ¿no son esas las cosas que hacen los currantes cuando obran? — contaba a Cap un Nonauj ilusionado con su primer trabajo.
— No lo sé, pero si se trata de papeo, ellos seguro que se apuntan. A mí me contaron que el “Pepes” conoció a uno al que una vez le contaron que un tipo del Anillo había encontrado curro.
Las furgonetas traqueteaban de lo lindo al pasar por el destrozado pavimento del barrio imposible de La Puñalá.
— Mira cuantos tipos acabados, Cap. Ahora seremos provechosos para la ciudad, pero eso no importa, “la cosa real” es el disfrute de frambuesas en la vida que nos espera.
— Nos vamos a convertir en tipos maletosos de esos, con pringue en el pelo y acciones en mano. Ahora somos peones… ¡Mañana, quién sabe!

En alegres comentarios se perdieron ambos amiguitos. Los vehículos estaban pintados en blanco, adornados con alguna raya roja en los flancos y dos carteles de verde: uno delante, asomando por el parabrisas; y otro atrás sobre la matrícula. El trasero era más grande y las letras de tamaño enorme y blancas decían: “TRABAJOS DEL AYUNTAMIENTO”.


Allí estaban los elegidos. Veinticinco personas que bajo los primeros rayos del sol mañanero iban a comenzar la árdua labor retribuida.
— ¡Que cada uno coja un pico y una pala! — gritó uno de los capataces.
Nonauj y Cap fueron de los primeros en obedecer. Casi se podía apreciar la codicia bullendo en sus ojillos «¡Nos vamos a forrar!».
— ¡Al final de la jornada se les conducirá a las casas prefabricadas que han sido preparadas para ustedes!
Aquello aún alegró más los ánimos «¡Una casa! Es como una bendición del cielo» pensó Cap.
El operario indicó a los reunidos lo que tenían que hacer. — ¡Tendrán que cavar una zanja de varios metros de largo. Además tiene que ser bastante honda y ancha, digamos que algo más de la estatura de un hombre.


Y así fue como los hijos pródigos de la Civilización volvieron a sus brazos de la mano de un trabajo digno.


“Plic, plac, plic, plac, ZAAS, ZAAS, ZAAS”. El sonido era como música para todos ellos y el esfuerzo con que se empleaban demostraba lo ilusionados que se sentían: al fin y al cabo el destino se había apiadado de ellos.


Creative Commons License
El Necropolita - XVI by Francisco Marí Coig y Juan Pastor Serrano is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

viernes, abril 23, 2010

El Necropolita - XV





XV



— Este poema ha confirmado todas mis sospechas, el sujeto en cuestión es tal y como pensábamos o incluso peor. Me da miedo este asunto Pablo, creo que es más inestable que un florete pegado al techo con chicle y, nosotros nos atrevemos a pasar por debajo.
En un principio habla como si fuese un tipo de Dios u otra cosa por el estilo y después parece que vuelve a su propia mente. En el resto del poema practica de nuevo esta suerte, y no creo que lo haga muy conscientemente. Rompe claramente los mecanismos de contacto con la realidad. Es un caso evidente de esquizofrenia… y es más, pienso que no es su única “virtud”. Leo y te cuento:




De repente aparecen todas esas ovejas degolladas,
Una nube de lana esponjosa de sangre saturada
No tengas miedo, mira cuan larga es tu descendencia,
Mira alrededor y descubre en la correspondencia
Cartas olvidadas, increíblemente atrasadas, selladas
Con toda aquella sangre perfectamente coagulada.

Pasada la noche sólo he podido pensar en su hermosura:
La luz de la mañana brillaba atravesando la espesura
De la única nube que poblaba el firmamento,
Estratégicamente situada, de dimensiones calculadas,
Donde quizás fácilmente ofuscaba mi débil pensamiento:

La bóveda celeste, celeste no estaba.
Las estrellas extrañamente lucían
El fulgor fúlgido que escondían
Tal vez de manera obligada.

Atónito permanecí ante el suceso:
Un ramo de largos apéndices, espeso,
Traspasó la única que habitaba el cielo raso.
Cientos de metros medían aquellos brazos
Era incapaz de dar un paso.

Ondeando los tentáculos en el aire;
Alcé mis brazos, sonreí y esperé.
Asomó rutilante su cabeza,

Translúcida en parte,
Revelaba el espanto del cosmos
Y toda su grandeza.

Advertí un aura áurea,
No era inmaterial,
Formada por miel:
¡Era corpórea! ¡Era espacial!

Inmerso en esta masa melosa
era posible viajar afuera,
Algo especial.

Entonces vislumbré, helado, a la más hermosa,
Dentro de aquel espectro por ella invocado:
De pronto cristales de axionita fueron lanzados,
Rasgando la translúcida carne gelatinosa,
Como si de miles de hachas afiladas se tratara.

¡Oh!, ¡Qué “hallazgo”!, ella no era humana,
más bien diría yo que una diosa,
belleza inigualable asombrosa a la vez que monstruosa.
Tuve miedo, pero acepté el desafío:

Ella me envolvió en un mar de sensaciones psicotrópicas,
Sus ojos irradiaban llamas, sensaciones caleidoscópicas.
A través de los caminos lechosos exploramos mundos,
Más rápido que la luz, engulléndolo todo en segundos.

Por fin comprendí que descubríamos la historia,
El pasado de nuestros antepasados: cartas olvidadas…
Sangre derramada en pronaos para antiguas glorias,
De seres que servían a los Primigenios,
Verdaderos dueños del tiempo y del espacio…
… conocedores de nuestra descendencia
… bibliotecarios de lo oculto…

Ahora ya cabía todo en mi mente:
Hasta LA MUERTE.




Dyango leyó exaltado, como si Efrén fuese el lector: después de haber investigado todos sus escritos conocía bastante bien su pensamiento.
— Estee…, ¿qué le “paresió”? Vaya, ya me ha vuelto a salir esa entonación argentina con que hablaba en mis consultas.
— Vaya, vaya, Dyanguito, parece que tus clases en la U.N.E.D. han dado su fruto, ¿ein?.
— “Está claro, como el agua cristalina, tan claro como el cielo azul de una mañana de verano” que el barbado que tenemos ante nosotros guarda en su interior verdaderas bombas a punto de estallar. Presenta unos ligeros tintes de paranoia con delirios de persecución[4] y de grandeza[5].
Su inteligencia es aparentemente normal: sabe escribir y sin faltas. El desequilibrio se halla en su conducta. He aquí su faceta más peligrosa, Pablo, nada que envidiar a su “querida” paranoia ni a su “hermosa” esquizofrenia: sufre unos monstruosos síntomas de diversas psicopatías. Es un psicópata hipertípico[6] así como inseguro y arrogante. Es un psicópata desalmado, sin remordimientos, brutal y extremadamente cruel. Es… es… es… IDÓNEO.


[4] Está bien clarito: todos quieren infectarle y acabar con él.
[5] Él está firmemente convencido de haber sido elegido (y ya se para qué) por esa criatura que le muestra todos esos conocimientos más allá del tiempo y del espacio, “engulléndolo todo en segundos”, aquella bestia que “revela el espanto del cosmos”, aquel que conoce incluso la muerte.
[6] Es bien sabido que este tipo de psicópatas son aquellos que se enfurecen y agreden con la menor excusa.



Creative Commons License
El Necropolita - XV by Francisco Marí Coig y Juan Pastor Serrano is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

lunes, abril 19, 2010

CABEZA DE TRANSISTOR ("Creep" en español)

Aquí tenemos un clásico de la música pop-rock de los 90. La versión en español presenta algunas discrepancias de traducción con respecto a la original de RadioHead, pero la emotividad permanece intacta.


viernes, abril 16, 2010

El Necropolita - XIV





XIV



Se armó un pequeño revuelo en los marginales barrios de La Rata, La Puñalá, Los Palmerales, Patilla y algún otro más, donde habitaban ahora los hijos de “la cultura del desempleo para los más pobres”. Estos barrios, que quedaron como un anillo entre la parte más antigua y la expansión de la moderna y próspera ciudad de Elche, estaban poblados de yonquis, desahuciados e inadaptados de la nueva sociedad del bienestar de verdad, en la que quien tenía dineros hacía dineros. Aquellos que formaban parte del Anillo no tenían salida, y aunque no eran muchos, su voluntad dormía carcomida. Pero aquel lunes esperanzador de mitad de agosto un puñado de ingenuos y bienpensados ciudadanos se fueron topando con un caramelo que quizás les sacase de allí.

— ¡Eh, Nonauj! — vociferó Cap a su conocido que medio ebrio descansaba en el portal, más colgado que el puente del Bimilenario en la Ronda Norte.
— Eh, tío. — bajó su volumen pues se acercaba a su chabola. — Eh, sal de la siesta. Antes del refertorio y después del alba acudí a la llamada de la uva…
— No me hables de brebajes que voy a… — le interrumpió haciendo una arcada pero manteniendo el tipo… y el vino dentro de sí.
— Ummm, el caso es que durante el paseo al merca he visto la salvación.
— Paz, hermano, ¿qué mierda te has tomado hoy?
— Bien sabes que no soy dependiente, y tú…

Discutieron durante unos minutos sobre cosas intrascendentes en la peculiar jerga de los perdidos en el Anillo, hasta que Cap recordó lo que iba a proponer a Nonauj.
— Parece no creíble pero he visto unos carteleros pegar. En los carteles se anuncia la necesidad de peones para trabajos de acondicionamiento de zonas verdes.
— ¿Empleadores aquí[3]?
— No sé de qué me hablas, no entiando tu lenguaje personal ni tu vida, pero yo te cuento esto: se requiere gente sin compromisos, que no tenga dinero, familia, y tampoco exigen una fuerza de voluntad a prueba de carcoma.
— ¿Y?
— Habrá un sueldo generoso y prometen una morada digna donde descansar en paz en campos de fresas para siempre.
— ¡¡Burp!!
— Aquí llega el sol/, turuturu/, aquí llega el sol y yo diigo/, está que te cagas/, tarara/larara/larara/lararalaralá…

Hacía años que no se veía algo así: ofertas de empleo a personas cuyo perfil encajaba como un molde perfecto en la silueta de los típicos marginados, absolutamente individuales y apartados del bienestar. Pero… ¡si ya nadie empleaba a nadie sin una aportación económica! ¡¿Cómo podía ser que el mismísimo Ayuntamiento se dedicara a dar FAENA a gente sin FAMILIA ni FONDOS?! ¡A gente que era nadie!

Más de veinte optimistas personas acudieron al día siguiente al Ayuntamiento en busca de la promesa. Había indigentes, algunos jóvenes criados en el abandono, japoneses, borrachos en busca de trabajo fácil con el que mantener el mismo ritmo de vida en su relajada y solitaria existencia (entre ellos Nonauj y Cap),… Todos ellos cumplían los requisitos establecidos. Había incluso alguno de familia rica caído en los atractivos infiernos de la heroína que, abandonado por todos, había decidido cambiar el rumbo de su vida.
Aquel grupo fue citado para empezar la semana siguiente. El Consistorio tenía prisa en desinfectar y limpiar, en acondicionar y repoblar toda aquella zona alrededor del pantano. Y no necesitaban gente especialmente hábil para realizar todo aquello.


[3] Aquí refiriéndose al Anillo.



Creative Commons License
El Necropolita - XIV by Francisco Marí Coig y Juan Pastor Serrano is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

viernes, abril 09, 2010

El Necropolita - XIII



XIII


“Gloria in excelsis Deo.” [1]


Efrén viajaba por el espacio. Sabía que su vida había acabado pero se negaba a creer del todo que estaba en el cielo. ¡Todo era tan oscuro! Desde que los ángeles habían visitado su morada no les había vuelto a ver. Ni a ellos ni a nada que pudiera darle la más mínima esperanza de haber llegado a su merecido y ansiado descanso eterno. Se sentía muy sólo[2]. No obstante, sabía que de alguna manera alguien sostenía su existencia a través de la vasta extensión de vacío que atravesaba. Había perdido la noción del tiempo, y pese a su convencimiento de que no era posible que tuviera consciencia de su propio cuerpo (pues ahora era espíritu), tenía la sensación de que algo que ahora ocupaba el lugar de su boca estaba atrozmente seco. «¡Misterios del Señor!» se decía para luego continuar con sus cada vez más profundas incursiones en la trascendencia. Sabía que si aguantaba lo suficiente su hora le llegaría, pues había hecho mucho bien. De repente una intensa y cegadora luz se abrió ante sus ojos, obligándole a cerrarlos de inmediato.

— ¡EFRÉN! — se oyó una voz atronadora.— ¿Ss-sí? (apenas perceptible).
— ¡EFRÉN, SOY DIOS!
_________________________________________________
[1] “Gloria a Dios en las alturas”.
[2] Probablemente se debiera a la alta y rápida mortandad que, casualmente, afectaba a los que contraían la enfermedad cerca de Efrén.


Creative Commons License
El Necropolita - XIII by Francisco Marí Coig y Juan Pastor Serrano is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

viernes, abril 02, 2010

El Necropolita - XII


XII


Dyango M. llegó temprano. Se sentó junto al asiento de Brotons, y dejó soltar un leve suspiro. Estaba visiblemente desquiciado. Brotons contaba con ello, y también con que en aquél momento le tenía en sus manos y haría lo que había venido a hacer sin rechistar. Por eso no se molestó en reprenderle cuando el alcalde alegó:

— De todas formas creo que esto terminará por explotar. ¡Joder, nada tiene sentido!
Brotons ni siquiera le miró. Estaba concentrado en aquel sujeto barbudo del otro lado del cristal del que cada vez conocían más gracias, en gran medida, a los manuscritos hallados en la cueva de la Necrópolis. Pablo Brotons había encontrado oro sin proponérselo. Y era feliz. Sumamente feliz.


Creative Commons License
El Necropolita - XII by Francisco Marí Coig y Juan Pastor Serrano is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.