El Necropolita - XXV
XXV
Efrén soñaba a menudo. Pero no eran los suyos sueños… apacibles. Más bien todo lo contrario. Debido al profundo desorden psíquico que padecía, pronto su realidad fue destruida como referente y materia prima para la fabricación del subconsciente onírico. Sí, Efrén estaba muy loco, y sus sueños provenían del conjunto de sensaciones que experimentaba al matar, las cuales habían creado un extraño entramado sin ley ni orden, un mundo donde sólo había un personaje principal [11], acompañado por gran número de víctimas de diversa índole. La noche anterior al despertar de Efrén, su sueño había sido éste:
«Amanece un nuevo día. Me levanto. Estoy en una habitación blanca. Salgo de la habitación. Estoy en el salón. Muebles blancos, paredes blancas. No me gusta. Llaman a la puerta TOC, TOC. Abro la puerta blanca. Veo una urbanización de casas blancas y un lechero dice que es el lechero. Un tipo blanco con una botella de vidrio de leche blanca y los dientes muy blancos. Tengo que pagarle. “¿Pa… garle?” No. Tengo que “pegarle”. Patada en la barriga. Respira entrecortadamente. Vuelvo a ello. Puñetazo en la boca. Grita ¡Ayuda! No sale sangre. Eso me enfurece. He de coger la botella y estampársela en la cara. Ahora sí sale sangre. Pero no sólo del lechero. De todas partes. Las casas blancas se vuelven rojas. Las paredes se tiñen de oscuro. Se hace la noche. El lechero cae a mis pies. Está muriendo. Miro al cielo. La luna está muy grande. Pero… maldita sea. La puta está blanca. Aúllo profundamente, como un lobo. Oigo delirar al lechero. Mucha sangre. Debajo de él… junto a mis pies. Roja y espesa. Caliente… Me doy cuenta de que estoy desnudo. Me acuesto sobre el charco que ha dejado el lechero. Me embadurno. Vuelvo a mirar a la luna, y esta vez no la veo. Afino la vista. Sí que está, pero ahora es un agujero. Un agujero negro. Me atrae. Atrae todo lo que se ve. Las casas vuelan, los coches vuelan. Palmeras, bicicletas. No hay personas. Sólo distingo los restos del maltrecho lechero entre el barullo. No tengo miedo. Pero voy a morir. Siento frío. Ya estoy dentro y no he muerto. Estoy, estoy… estoy despierto.»
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[11] El Salvador.
El Necropolita - XXV by Francisco Marí Coig y Juan Pastor Serrano is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Spain License.
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