viernes, mayo 14, 2010

El Necropolita - XVIII





XVIII



María era bella como el fuego purificador de la inquisición española. Sin duda era un don divino. La cogió. Estaba cargada. Y había muchos cartuchos en una bolsa de tela justo al lado. Efrén recordó una bella melodía “OH HAPPY DAY, OH HAPPY DAY”. Sentía que su nueva vida le iba a reportar muchas más satisfacciones que la anterior, aunqua sabía que debía consagrarla a ayudar a los demás. ¡CLACK! Quitó el seguro.
Sí, su ayuda iba a ser contundente. “OH HAPPY DAY”. El gospel resonaba fuerte en su cerebro. Cogió la bolsa de cartuchos y comenzó a andar.
Era el pastor en busca del rebaño perdido, el predicador de la verdadera palabra. Una brisa movió su abundante cabellera, dejándole las facciones al descubierto. Pensó que incluso tenía el aspecto de un mesías. En el otro mundo iban a sentirse orgullosos de él, ya lo creo. De repente Efrén olió algo en el aire. Una luz de emergencia se encendió en su interior. Con dos zancadas terminó de subir el montículo que estaba escalando. «¡Dios Santo!»
Los veía. Los veía claramente, como el que ve la ira del hacedor en una tormenta de verano: eran muchos, muchos. Efrén observaba asombrado cómo cavaban en el suelo.
«¡Oh aleluya dijo el señor!» pensó Efrén.
En los carteles de la ambulancia que había justo al costado de la zanja se leía claramente: “INFECTADOS DE GRIPE”.

Entonces lo comprendió. ESOS INFECTADOS DE GRIPE estaban… ¡Cavando sus propias tumbas! ¡Sólo estaban esperando que la mano de Dios cayera sobre ellos como una lápida! Sí. El Padre le enviaba a los pecadores y él se encargaría de redimirlos. De redimirlos A TODOS.


Creative Commons License
El Necropolita - XVIII by Francisco Marí Coig y Juan Pastor Serrano is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Opina ya