sábado, junio 09, 2012

Locura transitoria

Anoche, en la terraza del café París, con careto serio, acartonado y gesto de cabreo perenne vi a un Hijo de Lais. Hube de mirar dos veces: "sí, era él, necesito dar un collejón, ¿sentirá algo con esa mata de pelo?" ¿Cómo una persona tan modesta podía encrespar tanto mis ánimos de furia? ¿Es buena la maldad en estos casos? Espero no volver a defraudar en mi próxima oportunidad.


2 comentarios:

  1. ¿Todavía quedan quienes compran por cien prepucios de filisteos? Anbilíbibol...

    I love Buddy Holly!

    ResponderEliminar
  2. Sí, mientras tengan valor es mejor gastarlos.

    Yo solo pasaba por allí pero no le golpeé, una pena.

    ResponderEliminar

Opina ya