Calentura primaveral

Verde, blanco, amarillo refrescante.
He de gritaros que estos días siento
un dulce y loco aprimaveramiento

que a poco interrumpa, pronto se espante,

pues mi espíritu altamente inestable
airea azul humareda ante el colorado
aumento del nunca bien ponderado
triste odio que me vuelve abominable.

Sedosas carnes, mujeres saladas,
surcan los bosques de aliagas gigantes
inmersas en lujuria inusitada.

Niñas pimpolludas y rimbombantes
arañan la bruma espesada
por señores rigosos estresantes.


Uno de ellos: yo, también estresado,
que berreando imbuido y siempre babeante
estallo, nada estoico a cada instante,
ante tanto escote destetado.

Soberbios los gemelos bamboleantes,
naturales globos empitonados
ávidos muerden si estoy a tu lado,
lo mismo da crecientes que menguantes.

Atraido por mi olfato minino,
vergonzante apestoso olor desprendo,
hedor insoportable masculino,

pues haces que bañe en sudor mi atuendo.
Calentura de tu infernal chomino
que mantiene la primavera ardiendo.

Avisados estábais de mi amenaza.
Mel de catem, ¿a que no?


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