EL COLOSO DE GOYA NO ES DE GOYA
La noticia ha centelleado hoy por todos los telediarios de España. Por fin se confirma aquella peregrina hipótesis que sostenía un grupo de fantasiosos agoreros: “El Coloso” de Goya, no es de Goya. Es de su discípulo Asensio Juliá.
Recuerdo una situación similar hace unos pocos años, pensé: “Ahora resulta que son de Aquiles, los talones, del David, de Miguelángel.” La noticia no era sobre la autoría, sino sobre la posibilidad que la famosa escultura se resquebrajara, precisamente, por los talones, por lo que había que obrar su restauración. Pero me hizo rememorar que el fantasma de los plagios, las falsificaciones y las erróneas atribuciones planea hoy, y planeará siempre, sobre muchas de las obras de arte que el pasado ha tenido a bien en ofrendarnos.
Me viene a la cabeza un artículo que publiqué aquí el año pasado titulado algo así como “Un estudio científico demuestra que la mayoría de los estudios científicos son falsos”. Entonces recibí unas críticas la mar de edificantes –vertidas en el Cuaderno de Bitácora Estelar -en torno a mi bárbara consideración para con el avispado empresario Cristóbal Colón. Todavía no he recibido disculpas. Yo entiendo que todo pueblo debe esforzarse en preservar su cultura, pero engañarse a sí mismo es un estéril expolio al inmóvil museo de la inteligencia.
Por último, hace unos pocos días, han llegado al blog algunos comentarios mofándose de mis acusaciones sobre el presunto falsario Albert Einstein, sobre cuyos trabajos tenemos serias dudas de autoría, que casualmente coinciden el ninguneo mediático que el siglo XX tuvo con el verdadero genio de la pareja, su mujer primera Mileva Maric. Yo las respeto, las aplaudo, las medito: el diálogo es siempre edificante cuando ambos contertulios abren las orejas por igual. Sólo diré que tengo la réplica a punto de salir del horno.
Me preguntó cuán diligentes habrán de ser los albañiles que obren la restauración de los enclenques andamiajes que sostienen el palacio de adobe del pícaro Einstein. Quizá sea menester, mientrar dure el proceso, construir un albañal para ir desaguando todo lo que sobre.
En el didáctico mar de la duda, todos somos pescadores de verdades.
También he oído que las pinturas negras no son suyas, sino de su hijo... Al final el mito de Goya como moderno a su época se va a ir al garete.
ResponderEliminarHe visto los comentarios, pero aún no he visto en qué se basan. Quizás puedas hacer un nuevo post abarcando esto. Qué características tenía este individuo diferentes a las de Goya? Tema peliagudo, pero no imposible de abarcar.
Saludos!
Según se publica hoy aquí, el análisis científico dice que:
ResponderEliminar"La cabeza es imprecisa, el cuerpo torpe, las proporciones de los animales deformes, la muchedumbre es «como un recortable de papel, sin acción verdadera ni individualidad propia, como un relleno con el que ocupar espacios» y la composición está llena de «titubeos»".
¿A quién le importa cuáles son las características de la pintura de Juliá cuando se sabe ya con certeza que este cuadro no es de Goya? ¡A la hoguera con él!
Son la hostia los críticos de arte. Si te gusta, te gusta y si no, pues no lo mires. Se ve que la pincelada de la firma ahora afea el cuadro. ¡A la hoguera! ¡A la hoguera! ¡A LA HOGUERA!