Polvo mañanero
Era anormal pero lo entendía. Ahora sí lo asimilaba como una cosa real, como un polvo pasajero en la brisa mañanera. Aquella leyenda pubertosa y adolescente trasciende en este momento hacia el sinfín, se ha convertido en realidad angustiosa, en la lujuria apocalíptica del ansia.
En aquel edificio céntrico no habitaba nadie, era invendible. Un solar carísimo, con una repercusión por vivienda elevadísima de la que por aquel entonces nosotros éramos inconscientes. Junto a un local de moda donde nos emborrachábamos y comenzábamos la juerga rutinaria, el sitio del que os hablo era para nosotros como un antiguo templo esperando ser profanado.
No disponía de trampas mortales ni mecanismos de protección ante intrusos dementes como nosotros. Y accedimos. Con lo que no contábamos era con algo más allá de lo material, con algo más que la prohibición, con algo más allá de nuestro entendimiento, con algo capaz de desequilibrar la balanza podrida de la justicia.
Una vez desvirgada la entrada, el sitio era un coladero a oscuras para nosotros. Allí, medio embriagados, desembragábamos a mujeres, hacíamos correr fluidos y aullábamos en éxtasis sin argumentos. Solo placer. No futuro.
Es ahora, cuando conozco y soy muy consciente del Gran Poder del Indescriptible, cuando soy incapaz de salir de casa. Sé que en la oscuridad silenciosa no me ocurrirá nada, en la casta quietud del celibato perenne no perderé la vida, en la continua adoración hacia Ello en la sombra me salvará, en la suave eyaculación por sobrecarga está la virtud y ella me arrastrará a los tentáculos del Más Grande.
Ello rules
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