sábado, marzo 08, 2008

EL MITO DEL BURRO

Imagine usted que soltamos un burro en plena Gran Vía. Le colocamos orejeras para que no pueda mirar hacia los laterales y se centre solamente en ir hacia delante en línea recta. Al final de la calle le espera un capazo de alfalfa



Fig. 1. Burro circulando por la Gran Vía.

Imagine usted que dejamos que el burro se pase así toda su vida, calle arriba, calle abajo, recorriendo la Gran Vía por el carril-burro (la alegoría, evidentemente, está ubicada en el año 2027). Imagine usted que en su aciago destino nunca se cruza un autobús.




Fig. 2. Burro para las brisas.




Imagine usted que el día antes de que el burro muera henchido de felicidad entablamos un pertinente diálogo. Mientras se come el que probablemente será su último capazo de alfalfa le preguntamos:

-Señor burro, lleva usted toda la vida haciendo lo mismo y viendo lo mismo.
-Así es- responde el burro.
-La pregunta que quiero hacerle es bien sencilla: después de tantos años, de toda una “vida”, ¿podría usted decirme cuál es su concepción del Universo?


Fig. 3. Burro "protegido" habitando en la Reserva Nacional de Mojave (California)


El burro nos cuenta que no entiende bien por qué el asfalto (nunca conoció la tierra) está tan duro, y que sus pezuñas no están diseñadas para caminar por él; nos dice que hay zonas donde hay pintadas en el suelo unas grandes rallas blancas por las que cruzan los animales bípedos (se refiere a los homínidos) y que casualmente las mulas mecánicas (se refiere a los automóviles) suelen respetar ese paso de homínidos. Nos habla de un trasiego inconexo e interminable de mulas y monos.

Finalmente, el burro enuncia:
-Las mulas mecánicas de pezuñas rotatorias deberían llevar un arado en el paragolpes trasero para escarbar el asfalto; y los animales bípedos andan un poco desequilibrados desde que se irguieron y, por tanto, lo correcto sería que volvieran a apoyarse en las extremidades anteriores.

-Interesante observación- respondemos. Inmediatamente, procedemos a retirarle las orejeras para que pueda ver hacia los lados, y le invitamos a que se dé un último paseo en estas nuevas condiciones.

-Usted me quiere vender la mula ciega- replica el animal desconfiante.

-En modo alguno- le explicamos que al final de la calle le esperará esta vez una ración doble de alfalfa.

Al principio se muestra un tanto huraño, pero finalmente la curiosidad y la ración doble pueden más que la apatía de un burro cansado: el burro asiente. Así que procedemos a quitarle las orejeras y el burro comienza a transitar la Gran Vía, otra vez.


Fig. 4. "El perro semihundido", de Goya. (Adaptación libre)



El burro descubre que los bípedos que se irguieron como claro síntoma de involución están en realidad muy desarrollados; el burro descubre que las mulas mecánicas son en realidad artefactos diseñados por esos bípedos y que tienen un código interno establecido para evitar que cuando los homínidos cruzan por su paso, las mulas se detengan, y viceversa; el burro descubre que hay bípedos muy sabios, y que entre ellos no faltan primatólogos y hermeneutas, tampoco tribólogos o semióticos; el burro descubre que paralelo a su carril-burro están el carril-bus y el carril-bici; el burro descubre que la calle está flanqueada por unas extrañas montañas paralelepipédicas ( el burro no encuentra otra palabra para describir a los edificios) horadadas por todas partes; el burro descubre que un tipo de bípedos, los que tienen dos protuberancias anteriores a la altura del pecho, entran a esas montañas con las pezuñas anteriores vacías y salen cargados con bolsas, entran y salen continuamente siguiendo trayectorias erráticas hasta que ya no pueden cargar con más bolsas o hasta que sus bolsillos dejan de abultar (inmediatamente el burro establece una relación causa-efecto entre ese comportamiento primitivo y las protuberancias anteriores); el burro descubre que los bípedos que no tienen protuberancias anteriores desarrolladas no transitan tanto porque se pasan mucho tiempo en los bajos de las montañas abrevándose con aguas de diferentes colores y observando una estrambótica caja que cuelga de la pared (el burro, iluso, deduce que se dedican a la meditación contemplativa), así pasan la mayoría de su tiempo hasta que, también, dejan de abultarles los bolsillos.

Cuando el burro llega al final de la calle, le estoy esperando:
-Aquí tiene usted la doble ración de alfalfa que le prometí. ¿Podría decirme ahora cuál es su concepción del Universo?

-Por supuesto: no quiero más alfalfa, déme usted una tarjeta de crédito.





Fig. 5. Burro tirado por carro.

















2 comentarios:

  1. Es decir: Donde fueres haz lo que vieres.


    Reche el Apóstata

    PD:No es políticamente correcto que sólamente los bípedos de doble protuberancia se dediquen a la compram ¿qué pasa con los que viven solos como yo? Nos discriminas y olvidas :-P

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  2. Es que el señor Malote es un fachoso y un facineroso y discrimina a diestro, siniestro y misterioso.

    Ahora en serio, deberíais todos gastar a espuertas para reactivar la economía. Así que operáos ya, colocáos un buen par de tetas y con ese par y alegría a comprar todo el día.

    Ya se sabe: tiran más dos tetas que dos carretas, y los burros lo sabemos muy bien.

    Be happy :D

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