Tengo odio
¿Y tú qué tienes?
Odio a los vecinos,
odio a las vecinas,
odio los quejidos,
odio las caricias.
Te odio sucio río
de espuma blanca.
Odio mi sombrío
humor sin alma.
¿Y yo qué tengo?
No tengo nada,
estoy cansado,
no tengo ganas,
me importa un nabo.
Hola desencanto,
hola diversión,
hola en Esperanto,
zrun es la ocasión.
Tengo, tengo, tengo...
Me haces recordar una sapientísima cita de Jim Morrison que Tú o Job o Pac os encargasteis de rememorar en la vetusta edición tangible de El Bicho: “…y es que el odio es a veces un sentimiento subestimado”. ¿Alguien sabe decirme cuáles son las estadísticas de “precipitados” en los puentes de Elche? (nota: en terminología bomberil un precipitado es un sujeto que, henchido de valor, se ha lanzado al vacío.). Quizá la culpa sea el horrendo diseño de algunos de esos viaductos, como el del Bimierdenari, por ejemplo: usar la tipología de puente colgante para “salvar” (quise decir asesinar) tan poca luz viene a ser tan inapropiado (me sé otros adjetivos) como coger carrerilla para saltar una meada.
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