
A veces, cuando pierdo el tiempo pensando en el tiempo perdido, tarareo en mi mente el
Himno de Alemania (otras también lo silbo).
Perfecta, majestuosa cual águila imperial, musculosa y ruda como las atletas alemanas de las décadas de los 70 y 80 que ganaban medallas a porrillo, engrasa los milimétricos y eficientes motores teutones.
Muchos pensarán que es un desperdicio ver programas deportivos. Yo quiero desaprovechar minutos, ¡¿qué digo minutos?! ¡¡¡HORAS!!! Me pasaría las dos semanas que duran unos Juegos Olímpicos modernos horadando mi sofá, desenfocando la mirada en el fondo de mi
televisión de tubo catódico mientras escucho
esa corta gran melodía compuesta por un
austriaco, que eriza los oscuros pelos rizados de los sobacos de esas campeonas alemanas.
PD: me cago en la puta página de blogger. Una vez tenía este post escrito, con imágenes y enlaces, se me ha borrado al pinchar el botón de publicar. Lo he tenido que reescribir como he podido recordar. Así que un consejito: redactad pequeños chavalcos vuestros textos en otro programa y después pegadlo aquí, pues la puta verificación de palabra puede jugarte una muy mala pasada.