INTERGALAKTIK
"La mente da órdenes al cuerpo y éste obedece inmediatamente. La mente da órdenes a la mente y encuentra resistencia"
San Agustín
Ayer fui al oftalmólogo y me hizo el test voight kampf (Test de empatía para detectar replicantes). La sentencia fue que por ahora no necesito unos ojos mitsubishi. Me recetó mirar al horizonte de vez en cuando para no perder más visión. Luego me preguntó qué sentiría si caminando por el desierto me encontrase con un galápago bocarriba.
Esa misma noche volvía de recogerla y, con estos ojos de los cuales todavía desconfío, vi a un símil de Francisco Ibáñez bajar la bolsa de la basura. Yo le dije telepáticamente: “el camión ya ha pasado hace un buen rato”. Y él me ignoró como si no le hubiese dicho nada. Indiscutiblemente lo que llevaba en aquella bolsa eran los restos de su pariente más cercano sin sangre compartida. Esta es otra de esas nimias historias que mis ojos me cuentan sin decirme nada al oído y que yo escucho atentamente. De la misma forma que mis aterrados lectores siguen de manera indiscreta la curiosa vida de los desafortunados que se cruzan conmigo.
Asimismo, yo sabía que los puentes, las vías del tren y los propios cimientos de la ciudad se estaban convirtiendo en carne, algo bastante conveniente para los que no somos vegetarianos. Por eso, y no por otra razón, fue por lo que perpetré aquella matanza de niños subido en el campanario de la iglesia del “rabal”. ¡Cómo caían uno tras otro, sin saber de dónde venían los proyectiles (Pues mi arma llevaba un bellísimo silenciador)!. Trataban de refugiarse en portales de edificios y en los cines odeón, pero no había suerte, pues seguían muriendo como ratitas. Lloré por ellos grandes lágrimas. Y a continuación bajé a la calle, ye hecha de carne, y di cuenta del maravilloso festín, dientes ensangrentados, mirada feroz.
“Ojos, ojos, ojos…, mente, mente, mente… Temo necesitar implantes bajo mi tersa piel. De verdad me asusta que los médicos quieran insertarme algún cacharro de esos que tanto se usan en estos tiempos acelerados y consumistas, pues desconfío mucho de esos mentecatos infiltrados en la política. Esta gente es manipulada mediante el soborno y sé de buena tinta que no les cuesta dejarse llevar por el lujo y la comodidad. Sé que no quieren que pensemos mal y sé que ellos han descubierto la manera de hacer que nuestra mente no se resista.”
Estas reflexiones me hacían actuar, proceder, ejecutar… y vaya si ejecutaba.
Mi mente hizo un rápido repaso a lo sucedido:
1.- Me habían implantado unos ojos artificiales.
2.- La gente bajaba bolsas de basura con cadáveres troceados. No escuchaban.
3.- Maté muchos niños.
4.- Descubrí que mi mente estaba siendo controlada por pequeños implantes. Nos guían.
5.- Decidí que si mi mente estaba siendo controlada, tendría que defenderme. Me hice otra operación. Extrajeron mi cerebro, lo pusieron en un contenedor con líquido nutriente y luego me preguntaron qué cuerpo me debían implantar. Yo dije a mis sorprendidos cirujanos, pensando en los niños otra vez:
- Excavadora.
Jeje, espero que te guste mi edición del post con esas imágenes por allí tirurirurí y esas excavadoras por allá tirurirurá, tirurirurí tirurirurá...
ResponderEliminarEse cerebro es muy real. Y parece muy rico...
ResponderEliminarLa historia es de una belleza inexpresable. Pero no me creo que eso ocurriera de verdad: dame pruebas: necesito creer: ayúdame a ayudarte.
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